Hotel camino de santiago leon
Desglosando Hotel camino de santiago leon
Otros motivos por lo que realizar el Camino de la ciudad de Santiago pueden ser por motivos deportivos, para ponerse en forma, para conocer gente nueva, como un reto personal, para recobrar la voluntad o sencillamente para desconectar de la rutina.
Enseguida, ya antes del punto kilométrico 288 de la N-240, se cruza la carretera y se deja por la derecha. Más adelante se vuelve a cruzar para coger un camino que llega hasta el barranco de Atarés, que salvamos por una pasarela acondicionada en el Año Santurrón.
A la entrada Hotel camino de santiago leon de esta población se halla el Horno de Irotz. Dejando a un lado la iglesia de San Pedro proseguimos por pista hasta el puente de Iturgaiz, de origen románico y rehabilitado el siglo pasado. Justo a la salida brota a mano izquierda un sendero estrecho que va entre el rio a nuestra izquierda y la nacional a nuestra derecha.
De las frondosas laderas del monte Samitier se desciende a un mar de cereal surcado por pistas agrícolas y que convive junto a un paisaje de badlands y acantilado formados por la erosión del agua. El trayecto descarta el paso por la localidad de Martes y, ya en la provincia de Zaragoza.
El Camino de Invierno es un camino solitario y propicio para el que busque evadirse del planeta terrenal, se trata de una vía que une el Bierzo con la capital gallega por el valle del río Sil. Puede suponer una senda desconocida para muchos.
El Camino Portugués se compone por una senda por norma general llana y transitable todo el año, discurre entre acantilados, montes y estuarios. Se empieza en la esencial ciudad de Oporto y atraviesa urbes como Póvoa de Varmiz, Viana do Costelo, etc.
La cruz de Santiago es una cruz latina simulando una espada, con forma de flor de lis en la empuñadura y en los brazos. La tarta de la ciudad de Santiago es el postre más propio de la repostería gallega. Está elaborado con harina, azúcar, huevos, almendras molidas, ralladura de limón y azúcar glasé.
A los peregrinos que efectúan el Camino de Liébana se les denominan como cruceros por el hecho de que, los primeros romeros en realizarlo, peregrinaban con la intención de admirar el trozo de la Cruz de Cristo recuperada por Toribio de Astorga en Tierra Santa.
Por un pequeño bosque de coníferas bajamos hasta una pista agrícola que conduce a Izco, entrando así en el val de Ibargoiti. A las puertas de Izco nos recibe un crucero moderno y un panel informativo del val y sus poblaciones. La señalización lleva hasta la plaza.
Éste conduce a las calles del Carmen, donde en la acera derecha tenemos el albergue privado Casa Ibarrola, y la Navarrería. Al final de esta última, la señalización nos anima a girar a la izquierda por la calle de Curia, donde se encuentra la Caminoteca, tienda experta en material y productos para el peregrino.
Hay que regresar sobre los pasos de ayer y cruzar nuevamente el puente de la Rabia. Tras un kilómetro llegamos al borde de una carretera, justo enfrente de la factoría de Magna, una compañía fundada en 1945 aprovechando el yacimiento geológico de magnesita.
La presencia de algunos búnker de hormigón y el desafiante panorama de nuestra derecha, con múltiples moles pirenaicas alzándose sobre el campamento de Rioseta, facilitan la travesía hasta encontrarnos con la chimenea de la fundería del Anglasé.
Recuperada la dirección natural hacia poniente, se abandona Jaca bajo la atenta mirada de la peña Oroel y se sigue por una cabañera aprisionada entre la N-240 y el río Aragón. Tras el acantilado de Atarés, solucionado por una pasarela.
Avanzando on-line recta por las calles Enrique de Labrit y Alfonso el Batallador giramos a mano izquierda para tomar la calle Mayor. Tras pasar la portada de Santa María la Real tenemos el último encuentro con el Aragón, río que cruzamos por un puente de finales del XIX que acabó con la estructura del puente románico del siglo XI.